Arquitectura y mujeres: de las pioneras a las nuevas generaciones de mujeres arquitectas

Aunque durante siglos, la arquitectura ha sido un sector totalmente masculinizado y grandes figuras femeninas han permanecido desapercibidas, lo cierto es que existen algunas mujeres arquitectas que merecen un especial reconocimiento en la historia de la arquitectura.
Arquitectos de la talla de Mies van der Rohe, Le Corbusier o Frank Lloyd Wright tuvieron compañeras arquitectas personales y profesionales de gran talento, auténticas pioneras y grandes referentes para las nuevas generaciones de arquitectas (y, por supuesto, arquitectos).
Una de las figuras imprescindibles fue Marion Mahony Griffin, la primera mujer licenciada en arquitectura en el mundo, que trabajó con Frank Lloyd Wright durante casi 15 años.
Graduada en el MIT en 1894, realizó el proyecto de la vivienda de Henry Ford, aunque las desavenencias entre ambos llevó al fundador de la compañía de automóviles a contratar a otro profesional de la arquitectura para finalizar el proyecto.
Marion Mahony Griffin se casó en 1911 con Walter Burley Griffin, también arquitecto y junto al que diseñó la nueva capital de Australia, Canberra.
Eileen Gray es probablemente una de las arquitectas pioneras más conocidas debido en gran parte al diseño, en 1927, de la famosa mesa E-1027, convertida en un icono del diseño contemporáneo.
El trabajo de la arquitecta irlandesa fue una inspiración para el movimiento del modernismo y el Art Decó.
En 1926 empezó a proyectar la casa E-1027 junto al arquitecto rumano Jean Badovici, una casa de veraneo a las afueras de Menton, en el sur de Francia, una vivienda que causó la admiración del gran Le Corbusier.
Aunque muchos de sus proyectos y modelos de arquitectura o diseño de mobiliario fueron atribuidos a otros arquitectos de la época o incluso destruidos durante la Segunda Guerra Mundial, Eileen Gray es una de las grandes maestras y en la actualidad se puede disfrutar de una exposición permanente dedicada a su figura en el Museo Nacional de Irlanda, como un homenaje a una arquitecta universal.
Probablemente, Mies Van der Rohe no hubiera sido quién era, especialmente en el campo del diseño de mobiliario, si no hubiera tenido a Lilly Reich a su lado.
Nacida en Berlín en 1885, se formó como costurera industrial, para trabajar como diseñadora de mobiliario y moda, para trabajar posteriormente en la Deutscher Werkbund, institución de la que fue directora en 1920.
Gracias a este trabajo conoció a Mies van der Rohe en Frankfurt y empezó a trabajar para él, con el que colaboró en diversos proyectos de envergadura como el Pabellón Alemán de la Exposición Universal de Barcelona de 1929.
Además de esta obra maestra, de la que se ha reconocido su coautoría con Mies van Der Rohe, Lilly Reich trabajó junto al gran maestro de la arquitectura moderna en otros proyectos, como la Villa Tugendhat, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2002, el ITT de Chicago, y la Silla Barcelona.
Gracias a ella se conservan gran parte de los proyectos de Mies, al evitar que fueran destruidos por los bombardeos, durante la guerra.
El nombre de la arquitecta y diseñadora francesa Charlotte Perriand siempre estará unido al de Le Corbusier.
Aunque fue rechazada en una primera instancia al solicitar trabajo en el estudio del genial arquitecto y Pierre Jeaneret, un tiempo después entró a formar parte de su equipo tras quedar impresionado por su trabajo en el Salón de Otoño de París.
Tan solo un año después, Charlotte Perriand ya había producido tres de los diseños de sillas más emblemáticas y famosas de Le Corbusier, el B301, B306 y el sillón LC2.
El objetivo principal de los diseños de Perriand era desarrollar productos y mobiliario de corte más funcional para un gran público, añadir humanidad a la racionalidad de Le Corbusier, por lo que decidió emplear materiales menos costosos que el cromo, usando la madera y la caña, de modo que se conseguían abaratar costes.
Tras viajar y permanecer en Japón durante dos años como asesora del Ministerio de Comercio e Industria, tuvo que abandonar el país nipón y exiliarse en Vietnam, país en el que estudió diseño oriental que influyó en sus proyectos posteriores.
Además de estas figuras femeninas relacionadas con la arquitectura, cabe destacar el nombre de Sophia Hayden Benett, Lina Bo Bardi, Jane Drew o Norma Merrick Sklarek, entre muchas otras, auténticas pioneras y luchadoras incansables, que sentaron las bases de una nueva arquitectura abierta a las nuevas generaciones de mujeres.
Entre las mujeres arquitectas contemporáneas de mayor prestigio encontramos a Zaha Hadid, la primera arquitecta en ganar el Premio Pritzker en 2004, una profesional que consiguió romper los límites de la arquitectura con sus proyectos.
La arquitecta iraquí estuvo altamente influenciada por dos edificios de arquitectura imprescindible, el Museo Guggenheim de Nueva York, de Frank Lloyd Wright y el Museo Guggenheim de Bilbao de Frank Gehry.
Entre sus obras más destacadas encontramos la Estación de bomberos para Vitra en Weil am Rhein, El Centro de Arte Contemporáneo Rosenthal, en Ohio, la fábrica de BMW en Leipzig, la Ópera de Guangzhou o el Centro cultural Heydar Aliyev, entre muchas otras.
Un genio de la arquitectura que vio truncada su carrera en 2016. La arquitecta de lo imposible.
Benedetta Tagliabue es una de las arquitectas más prestigiosas del panorama actual. Nacida en Italia y establecida en España, fundó junto a Enric Miralles el Estudio Miralles Tagliabue (EMBT), el cual dirige actualmente. Artífices de grandes proyectos como el Ayuntamiento de Utrecht en Holanda, la Escuela de Música de Hamburgo o el Parlamento de Escocia, entre muchos otros.
Kazuyo Sejima está considerada una de las pioneras de la arquitectura diagramática, cuyo fundamento es la búsqueda de nuevos sistemas de análisis, más abiertos e inclusivos, alejados de la arquitectura estética e inflexible.
Nacida en Ibaraki, en Japón, se graduó en 1981 en la Universidad de Mujeres de Japón.
Tras trabajar en el estudio de Toyō Itō, uno de los arquitectos más influyentes del mundo, creó su propio estudio en 1995 junto a Ryue Nishizawa, el estudio SANAA, Sejima + Nishizawa and Associates. Junto a él obtuvo el premio Pritzker en 2010.
Entre sus obras más importantes encontramos la Villa en el bosque (Nagano, 1993), o los tres proyectos Pachinko Parlor (Hitachi Ibaraki, 1992-1995) que realizó antes de su asociación con Nishizawa y el Pabellón de cristal del Museo de Arte Moderno de Toledo (Toledo, Ohio, 2006), la ampliación del IVAM (Valencia, España, 2005), el edificio del New Museum (Nueva York, Estados Unidos, 2007), el 21st Century Museum of Contemporary art (Kenazawa, Japón, 2004) o la tienda de Christian Dior en Omotesando (Tokio, Japón, 2004), entre muchos otros.
Carme Pigem es una de las mujeres más importantes en el sector de la arquitectura contemporánea. Junto a Ramon Vilalta y Rafael Aranda forma el estudio de arquitectura RCR Arquitectes, en su ciudad natal, en Olot, en el corazón de Cataluña.
Entre los años 1977 y 1979 cursa en la Escuela de Bellas Artes de Olot y, en 1987 obtiene el título de Arquitecto por la ETSA Vallés.
Hace tan solo 2 años, en 2017, recibió el premio Pritzker junto a sus asociados.
Entre sus obras más importantes destacamos la Bodega Bell Lloc, en Palamós, Girona (2007), el Soulages Museum en Rodez, Francia, 2014, el Teatro La Lira en Girona, 2011, la guardería Petit Comité de Besalú, en Girona (2010), el Hotel-Restaurante Les Cols en Olot o La Cuisine Art Center en Nègrepelisse, Francia, 2014, entre muchos otros proyectos de diseño y ejecución intachable.
Además de las mencionadas, no podemos olvidarnos de otras grandes arquitectas como Gae Aulenti, Alison Brooks, Tatiana Bilbao, Anna Heringer, Amanda Levete, Carme Pinós o Denise Scott Brown, Odile Decq o Jeane Gang, mujeres revolucionarias y pioneras que también merecen ganar el Nobel de arquitectura, el codiciado premio Pritzker.
-ESTHER ALGARA-